A sus 30 años, Manuel Martín Ferrand era ya un todoterreno imparable y prácticamente trabajaba todos los días en la pequeña pantalla. De lunes a viernes dirigía el informativo de medianoche llamado Veinticuatro horas, mientras que el domingo presentaba Siempre en domingo, un programa ómnibus que se extendía durante casi 6 horas en la tarde. La finalidad del programa era hacer compañía al espectador durante esas aburridas horas del último día de la semana.
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